FRATERNIDAD: LA FIESTA NOVEDADES HABRÍA LOGRADO POR PRIMERA VEZ UN “TRENCITO INTERPISOS DEL COMEGA”

El viernes por la noche fue la fiesta Novedades y cada uno de sus lectores estuvo ahí. Aunque oficialmente se dice que fueron por decisión propia, también es cierto que la troupe novedades les vendió a todos las entradas y remeras con estrategias oscuras como amenazar a Alan Gartner de avisarle al jefe que él escucha música en el Ipod, a Miguel Bourlot con publicar el book entero de sus días de carnaval en Gualeguaychu y a Camila Cantoli con no dejarle tomar más alcohol en las fiestas. Todos vieron que las amenazas iban en serio y compraron sus entradas. Incluso quien escribe. Y como no podía ser de otra manera, llegué a la 1 en punto a la fiesta y ya en la esquina divisé a un grupo de gente que se amontonaba en la puerta. Cerca mio estaba Andreíta Gil que, con la buena onda que la carateriza, buscaba la manera de ayudar en lo que fuera para que la fiesta saliera bien y gritaba desesperada: “Ves, les dije que había que contratar seguridad para la puerta... ¡hay disturbios! Mirá, todavía hay tiempo, si querés lo llamo YA al guardaespaldas de Susana Gimenez, el que contrato para todas las fiestas que organizamos en Fox ¿Querés? Es un copado, si hay problemas te pega pero te da un cartón para el “Susibingo”. La verdad estaba a punto de darle el ok, pero ya más cerca de la puerta me di cuenta que el problema era otro. “¿¡Para qué vas a llamar a un patovica si tenés a estás tres flacas que son bravísimas?!” gritaba Matias Macovits mientras se quejaba de un golpe en el ojo y señalaba a Mago, Anita y Gaby que sellaban a cada uno de los que entraban con una “N” y a los que no tenían entrada se encargaban de hacerles saber que no eran biénvenidos. “¡Con la entrada en la mano! ¡Sin entrada no pasan!” Anunciaban las 3 a coro. Les di mi entrada con miedo, la miraron a contraluz y luego me sellaron en cada pómulo con una “N”. Ni bien entré, quise dedicarme a identificar quiénes estaban, pero en seguida una turba compuesta por De Petris, Gallitielo, Bourlot, Williams, Perez y Bertossi entre otros me arrastró hacia el centro del lugar mientras gritaban: “¿¡Qué somos!? ¡Tiburones! ¿¡Qué somos!? ¡Tiburones!” y cuando al fin pude ver qué ocurría entendí la razón de las corridas: estaban las chicas de Recursos Humanos que así como no te muestran los recibos de sueldo ni a palos no tenían ningún problema en mostrarse a ellas bailando muy pegaditas “Violeta” de Alcides. Aproveché que la turba de pronto cambió su dirección hacia donde estaban las chicas del 13 y me dejé llevar. En un rincón, donde estaba la caja fuerte cubierta de velas, estaba Nico guardando grandes sumas de dinero. “¿Ese dineral lo hiciste con la fiesta?” le pregunté con mucho respeto sabiendo que es mi jefe. “No, esto es nada más lo de las remeras... lo de la fiesta ya lo metí en un plazo fijo, junto con lo de la Copa Novedades y el Prode” me explicó mientras le ponía clave a la caja fuerte y con una seña me decía “Rajá de acá”. Y la verdad no me costó mucho porque siendo las 3 de la mañana y ya todos muy entonados, un “trencito loco interpisos del Comega” (con la particularidad de que vos no elegías sumarte sino que te sumaban por la fuerza) me tomó por la cintura y al grito de “¿Cómoquieresquetequierasimetienestodoeldíatrabajando? ¡Tonta!”
recorrí todo el lugar y pude ver cómo Pablito Vilardo ensayaba el flamante “Vilardance” con todas y cada una de las chicas que no pudieron evitar sucumbir a la tentación; también vi varios grupos de Loggers escuchando música y disfrutándola como si fueran lo que más añoran en el mundo, casi como un acto subversivo; algunas chicas se sacaban fotos con Carapa (el cupo negro de la fiesta para que después nadie diga que Novedades es politicamente incorrecta) y hasta hay quienes aseguran que en algún momento de la noche el Dr. House Number, con la sobriedad que lo caracteriza, llegó a la fiesta, pidió un Martini y se marchó. Pero claro, el tiempo vuela, y cuando me di cuenta ya estaba en la calle, era de día, estaba en la loma del orto, me habían vaciado los bolsillos con la entrada, la remera, el precio de los tragos y tenía sellos hasta en los dedos de los pies. La fiesta Novedades había terminado. Y sí, creo que no podía terminar de otra manera.